sábado, 25 de febrero de 2012

CONSEJOS

Preguntas y respuestas sobre el matrimonio

"PARA QUE SATANÁS NO GANE VENTAJA ALGUNA SOBRE NOSOTROS; PUES NO IGNORAMOS SUS MAQUINACIONES" (2 Corintios 2:11)
Miremos a unos cuantos asuntos que tienen que ver con el matrimonio, porque la verdad es que pasamos más tiempo en casa con nuestro cónyuge que en la iglesia. Para vivir en armonía con Dios y tu esposo/a has de entender claramente dos cosas:
Primero: El matrimonio es instituido y apoyado por Dios. Él dijo: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Génesis 2:18). Bromeando, alguien comentó: "En el día de la boda, todas las parejas son felices; ¡es el vivir juntos lo que causa todos los problemas después!" Una mujer le dijo a su consejero: "Nos divorciamos por razones religiosas. Mi marido dice que es Dios, ¡y yo digo que no!".
Puedes reírte, pero cuando te casas con alguien, lo haces incluyendo todas sus experiencias. Cada uno trae sus "maletas" llenas de ellas. A menos que soluciones qué guardar y qué tirar, pronto se podría crear un gran problema.
Segundo: El diablo ha convertido al matrimonio en uno de sus primeros objetivos. Le encanta promover división y contienda entre las parejas. La Palabra de Dios dice: "para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones" (2 Corintios 2:11). El plan de Dios para tu relación es fortaleza y armonía, no disensión y confusión. Quiere ayudarte a construir una unión firme y amorosa que le glorifique. Para llevarlo a cabo con éxito, ¡tenéis que decidiros que Él sea Señor en cada área de vuestra relación!
"SI OYEREIS HOY SU VOZ, NO ENDUREZCÁIS VUESTROS CORAZONES" (Hebreos 4:7b)
Pregunta 1: Mi cónyuge se empeña en resucitar mi pasado; ¿qué puedo hacer?
La Biblia dice: "De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros" (Colosenses 3:13b). Cuando has sido herido, es fácil reaccionar en la carne en vez de responder en el Espíritu. Recuerda, perdonar es una decisión, pero tener confianza cuando ha sido destruida es un proceso; lleva tiempo reconstruirla. Cuando estás sentado en una silla y se rompe, no te enfadas con ella ni le guardas rencor, sólo que a la hora de sentarte en ella otra vez, lo harás con más precaución.
A menudo, los hombres y las mujeres perciben la confianza de modo distinto. Cuando una mujer ha sido herida, su marido puede pensar que una disculpa debería ser suficiente como para que, inmediatamente, ella confíe en él de nuevo y que siga adelante. Pues, no es así. Dos cosas tienen que ocurrir primero: (1) ¡Caballero, usted debe reconocer lo que ha hecho! No le digas a tu esposa: "Olvídalo, ¡y ya está!". Valora sus sentimientos, aun cuando ella actuara como si no lo quisiera. Reconoce su dolor. ¿Por qué? Porque cuando otros quitan importancia a algo que a nosotras nos duele, eso hace que nos enfadamos más. Sólo cuando nos sentimos comprendidas es cuando nuestras heridas empiezan a sanar; (2) ¡Señora, usted debe asegurarse de que la amargura no entre sin ser apercibida! ¿Que cómo hacerlo? Pues, rehusando estar "destrozada" más tiempo del necesario, y permitiendo que Dios cure tu corazón, restaurando tu amor.
Recordad: "Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones" (Hebr. 4:7b). Cuando Dios te da la gracia para que el dolor desaparezca, ¡recíbela!
Pregunta 2: ¿Cómo puede ser que frente a una pérdida mortal, los hombres reaccionan - aparentemente - de una manera tan distinta a como lo hacen las mujeres?
Después de la muerte del niño que tuvo con Betsabé, David "se levantó..., se lavó..., cambió sus ropas., y comió. Y le dijeron sus siervos: ¿Qué es esto lo que has hecho? Por el niño, viviendo aún, ayunabas y llorabas; y muerto él, te levantaste y comiste pan" (2 Samuel 12:20,21). ¿Por qué, antes de que muriera el bebé, se lamentó David de una manera más intensa que después? Pues porque aunque los hombres se aflijan mucho, no lo suelen hacer tanto tiempo como las mujeres; una vez que algo ha terminado, tienden a recuperarse más deprisa. Esto puede causar problemas en un matrimonio. Muchas veces, los hombres no entienden realmente por qué sus esposas no pueden aceptar que lo que pasó, ya pasó, y que hay que seguir adelante. Escucha la lógica de David: "Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño? Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? ...él no volverá a mí" (2 Samuel 12:22,23). La Biblia dice que Dios ".nos consuela., para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación" (2 Corintios 1:4). El paso siguiente de David fue crucial. Él ".consoló. a Betsabé" (2 Samuel 12:24). Observa que él no preguntó: "¿Qué te pasa? ¿Cuándo te vas a reponer de esto?" No, reconoció que, incluso cuando él estaba empezando a recuperarse, su esposa todavía estaba sufriendo. La realidad es que el proceso de sanidad va más deprisa cuando empiezas a identificarte y a consolar a tu compañero/a
Pregunta 3: Mi esposo es un buen trabajador, pero acaba de perder el empleo. ¿Cuál es la mejor manera de pasar por esta situación de incertidumbre económica?
Primero: Recuerda que sólo se trata de un tiempo pasajero. Lo importante ahora es cuidar tu actitud mientras esperas que las cosas cambien. A menos que él fuera perezoso o un despreocupado total, tu marido ya se siente mal o inferior porque no puede proveer para su familia. Ya sabe que los niños necesitan zapatos, que las facturas se están acumulando, y que estás cansada de comer hamburguesas y espaguetis. ¡No sigas recordándoselo!
Segundo: Ahora es el tiempo de apoyarle y de fortalecer su ego, no de debilitarlo. "¿Cómo?", preguntarás. Examinándote a ti misma: ¿Me estoy quejando siempre? ¿Lo machaco recordándole las cosas que no tenemos? ¿Deseo cosas que están ahora mismo más allá de nuestro alcance? ¿Pongo "mi granito de arena" para reducir gastos y hacer que de alguna manera nos llegue el dinero? ¿O estoy malgastándolo en cosas que no son esenciales, comprando cada día en el centro comercial, y queriendo salir a cenar cada noche?".
Tercero: Ahora no es el mejor momento de recordar a tu marido que tu hermano compró un coche nuevo ¡o que vuestro amigo acaba de adquirir una casa grande! Ahora hay que practicar lo que Pablo decía: "he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación" (Filipenses 4:11b).
No lo olvides: este mal momento pasará también, pero cómo lo lleváis decidirá si vuestra relación sale del bache más débil o más fuERTE

MATRIMONIO

Amor, ¿qué significa en realidad?

"EL AMOR NUNCA DEJA DE SER." (1 Corintios 13:8)
La palabra amor viene de dos palabras griegas: fileo y ágape. Una es de origen humano y la otra divino.
(1) Fileo requiere que dos personas se aprecien mutuamente; ágape puede provenir de sólo una de las dos;
(2) Fileo es condicional. Si no se cumplen sus condiciones, se acaba. Ágape viene sin condiciones impuestas;
(3) Las relaciones fileo pueden terminar según las circunstancias. Ágape existe, sin más;
(4) Fileo demanda algún tipo de recompensa emocional. Ágape florece pase lo que pase; cualquier recompensa sólo lo hace resaltar.
Cuando Jesús dijo: "Como Yo os he amado, que también os améis unos a otros" (Juan 13:34b), estaba usando la palabra ágape, no fileo. ¿Por qué? Porque sabe que podemos elegir amarnos los unos a los otros siempre, independientemente de lo que pase o deje de pasar.
En su libro "Love Is So Much More, Lord" (El amor es mucho más, Señor), Ruth Calkin escribe: "El matrimonio significa: aguantar puntos débiles de la personalidad, aceptar crítica y darse el uno al otro la libertad de equivocarse. Significa compartir sentimientos profundos acerca de temor y rechazo, convertir la autocompasión en risa y dar un paseo para recobrar el control. El matrimonio significa: ternura y alegría, dureza y fortaleza, justicia y perdón y una cantidad colosal de sacrificio. El matrimonio significa: aprender cuándo no decir nada, cuándo seguir hablando, cuándo empujar un poco, y cuándo retirarse. Significa reconocer el que "yo no puedo ser Dios para ti; yo también Lo necesito". El matrimonio significa: tú eres mi otra parte y yo soy tu otra parte. Haremos un esfuerzo para salir de esto sin pensar nunca en dejarnos. ¡El matrimonio, mi amor, significa nosotros!"

Matrimonio de pacto

"ASÍ QUE NO SON YA MÁS DOS, SINO UNA SOLA CARNE." (Mateo 19:6)
Cinco palabras lo decían todo. Estaban escritas en letras grandes en el escaparate de una joyería de Hollywood: "Se alquilan anillos de boda." Dios ve el matrimonio de otra manera; Él es un Dios de pactos, la Biblia es un libro de pactos, somos un pueblo de pactos y el matrimonio fue creado para ser una relación de pacto. Es un acuerdo para toda la vida entre dos personas en el que el "yo" se convierte en "nosotros". Requiere sacrificio, el morir a uno mismo para que el matrimonio viva. Pretende rendirse totalmente - es la fusión de una vida en otra.
El matrimonio no es más que dos personas imperfectas que se edifican continuamente, dándose totalmente, en equipo con un Dios perfecto. Escucha: "Así que no son ya más dos, sino una sola carne" (Mateo 19:6). La interpretación griega de la palabra "unidos" es: "pegados el uno al otro". Si tu matrimonio es un matrimonio de pacto, ¡no se despegará cuando lleguen las presiones!"
Las causas principales del divorcio son:
  • (a) Egoísmo;
  • (b) Expectativas irreales.

Consejos para el matrimonio

Manteniendo las “líneas” abiertas
“EL AMOR... TODO LO ESPERA...” (1 Corintios 13:4,7b)
Cualquier buen consejero te diría que el matrimonio es un proceso de ajuste a cosas que son imposibles prever. Y una buena comunicación es crucial. Es muy importante:
(1) Hablarte a ti mismo antes de hablar con tu cónyuge. Antes de sacar el “lanzallamas”, pregúntate a ti mismo si el miedo, el estrés o la preocupación es el causante de la reacción de tu pareja. ¿De veras ha tratado de herirte deliberadamente? ¿Te molesta más que antes porque te sientes inseguro/a o despreciado/a? ¿No podría ser que estés malinterpretando o exagerando el problema? Si identificas tus sentimientos, eso te ayudará a comunicarte con más calma y con más claridad;
(2) Reajusta tus expectativas. Tenemos el derecho a esperar que nuestro/a esposo/a nos ame, nos respete y nos sea fiel. Pero algunas otras expectativas son irreales, por ejemplo: esperar que él/ella haga ciertas cosas que tú nunca hiciste. Pablo dijo: “el amor... todo lo espera...” (1 Corintios 13:4,7b);
(3) Sé honesto referente a cuestiones de confianza. Es mejor ser sincero que dejar que las cosas se acumulen. No es malo admitir que algunos días estás más apurado/a que otros. Por ejemplo, el Dr. Gary Oliver dijo: “Si una mujer está preocupada cada vez que su marido llega tarde a casa por temer que haya tenido una aventura amorosa, está bien decir: ‘Sé que es absurdo, pero es que estoy pasando un mal día’”. Esta clase de honestidad fortalecerá vuestra relación.
1) Nunca recurras a las amenazas. La palabra ‘divorcio’ puede surgir inesperadamente; no la uses. De hecho, ¡ni la pienses! Las amenazas sólo consiguen que tu pareja se sienta insegura y se ponga a la defensiva. Como resultado, no te puede prestar atención y, al final, no se resuelve nada. Jesús dijo: “...de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta...” (Mateo 12:36). Así que antes de que “te vayas de la lengua”, considera las consecuencias. Tómate un tiempo para calmarte y para pensar con cordura;
(2) Abandona la carga de contactos anteriores. Pablo dijo: “El amor... todo lo cree, todo lo espera...” (1 Corintios 13:4,7b). No está bien “poner a prueba” a tu esposo/a una y otra vez; deja los “muertos enterrados”. No asumas que los problemas que tenías en otras relaciones van a repetirse, porque no lo harán si eres comunicativo y estás madurando;
(3) Usa tus palabras de manera suave y dulce, porque quizás tengas que “comértelas”. Cada vez que pienses algo agradable de tu cónyuge, díselo. Y si es recíproco, acéptalo con agrado. Recuerda, las palabras mordaces ocasionan heridas que ni el mejor médico del mundo puede curar, pero la “...respuesta suave aplaca la ira...” (Proverbios 15:1).

Cultiva tu relación

"NO IMPORTA LO QUE DIGOŠ NI LO QUE HAGO, SIN AMOR NADA SOY" (1 Corintios 13:1,2)
Para cuando José y Paquita celebraron su 50 aniversario de bodas, José se había quedado medio sordo. Cuando se fueron los invitados, Paquita lo miró y le dijo: "Estoy tan orgullosa de ti, José." Confundido y triste, éste le devolvió la mirado y le dijo: "Pues bien, Paquita, ¡yo también estoy cansado de ti!"
Si no queréis cansaros el uno del otro, haced estas cuatro cosas constantemente: (1) Sé responsable de tu propia felicidad. Echar la culpa a los demás hace que nunca te enfrentes a ti mismo ni cambies tu comportamiento. ¡Eso es pasar la pelota! Las relaciones no son basureros. La felicidad es una tarea interna; proviene de una autoestima sana y de una creciente relación con Dios.
(2) Sé un amigo. ¿Te has dado cuenta alguna vez lo fácil que te es aceptar a tus amigos tal y como son pero lo difícil que te resulta hacer lo mismo con tus seres queridos? Ten cuidado; la familiaridad produce desconsideración. ¿Acaso ellos no se merecen el mismo respeto... lealtad... tolerancia... y reconocimiento?
(3) Comparte tus sueños. Al hacer esto, tu relación se verá enriquecida y crecerá a cotas más altas. Siempre vais a necesitar tener planes y algo por lo que luchar juntos. ¿Cuál es vuestra próxima meta?
(4) Ten valor. El doctor Theodore Rubin dice: "El problema no es que haya problemas, sino el esperar lo contrario; ¡el pensar que tener problemas es el problema! Las situaciones perfectas no existen. Necesitáis valor para enfrentar lo que venga, ¡y daros cuenta que lo que no podéis resolver, lo podréis sobrellevar!
Aparte de tu relación con Dios, no hay mayor gozo que tener una buena relación con la persona a quien amas, ¡así que cultiva tu relación hoy!




Dios llena mi vida de bien y misericordia

Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida:
Y en la casa del Señor viviré para siempre.
Una vez escuché a alguien decir esta frase refiriéndose a las bendiciones de Dios en su vida: “Con una mano recibiendo y con la otra dando”. El bien y la misericordia te seguirán, pero con la intención de que las pongas “a trabajar”, es decir, que las uses, las practiques. Dice en Proverbios 3:3: La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. Si Dios hace misericordia contigo, tú has misericordia con los demás, incluso si la misericordia requiere decir que “no” a lo que te piden. No vas a permitir que un niño de 5 años conduzca un auto en un camino lleno de tráfico (o en ninguno, en este caso). La misericordia significa ayudar pero también a veces significa evitar que alguien se meta en problemas y se haga más daño. Amar, perdonar, guiar, corregir. Esto es hacer el bien y la misericordia. Dios lo hace con nosotros.

DIOS ES BUENO

 Dios es Bueno porque nos ha proporcionado las herramientas para crear, producir, conectar, amar. Nos ha dado inteligencia, educación, potencial, tierra y sol, tiempo y estaciones, no podemos negar que oportunidades si hemos tenido… Si eres una persona de edad joven y lees esto, y si fuera la última cosa que yo te pudiera decir, te diría esto: Aprende, entrénate, agudiza tus sentidos físicos y espirituales para ver las oportunidades de crecer y bendecir a otros que Dios pone en tu camino. Hay miles, pero a veces simplemente no las queremos encontrar.
Dios es Bueno porque nos ha regalado la oportunidad de la vida. Que aun si vivimos en situaciones difíciles todavía podemos  ver si abrimos un poquito los ojos, los gigantescos racimos de bendición verdadera, sin deudas ni tristezas,  que están a nuestro alrededor…